15.09 – Juntos después de seis meses

Daniela Medrano | 15/09/2020

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Entiendo que es por seguridad. Sin embargo, no dejo de tener miedo de perder esa comodidad con el calor humano. En general, soy una persona poco afectuosa y la cuarentena lo ha reforzado al mantenerme alejada de todxs


San Salvador, El Salvador

Martes, 15 de septiembre de 2020

Hola, Alharacas:

Por primera vez quiero compartir hacia afuera lo que estoy viviendo, pues, después de mucho tiempo de bajón y de simplemente avanzar sin motivación, hoy mi corazón fue feliz al ver a mi familia después de seis meses. Bueno… no puedo decir que estuvo completa, ya que durante este tiempo también sufrimos pérdida (y por si se lo preguntaban, no, no fue por covid), sin embargo, compartir, hablar y reír con ellxs a carcajadas, por cierto, fue el impulso que necesitaba.

A pesar de ser una familia cercana desde siempre (en serio, nos juntábamos todos los fines de semana), la pandemia vino a cambiar nuestra forma de convivir. Al igual que para el mundo, al inicio fue difícil, pues fue separar de golpe lo que por mucho tiempo estuvo físicamente unido. Sin embargo, al ver cómo la economía se abre y de a poco regresamos a las labores cotidianas, se pensó que, tomando las medidas, nos podíamos ver.

La ocasión fue el cumpleaños del pequeño de la casa, claro, la persona por la que movemos cielo y tierra. Así que nos preparamos y, después de siete cumpleaños no celebrados en familia, era oficial: tendríamos una piñata. Les digo, aun siendo mi familia y conociéndolxs como lo hago, estaba muy nerviosa, incluso momentos antes de que llegaran. Pero, debo decir: no tienen idea de la satisfacción tan grande que tuve al verlxs.

Ahora, si bien mi corazón saltó de felicidad y gocé como no lo había hecho en seis meses, no había duda de que las cosas eran diferentes. Estábamos juntos, pero no teníamos la cercanía que nos hubiese gustado. Por ratos se nos olvidaba, pero luego regresábamos a los pensamientos de tener cuidado con esto y lo otro, la distancia, la mascarilla y demás.

Y es que, con todo lo que ha pasado, y sigue pasando, estamos completamente seteados con los protocolos de higiene y la distancia social. Y claro, entiendo que es por seguridad. Sin embargo, no dejo de tener miedo de perder esa comodidad con el calor humano. Ese poco progreso logrado por los constantes abrazos de las amigas en la universidad. En general, soy una persona poco afectuosa y la cuarentena lo ha reforzado al mantenerme alejada de todxs.

No digo que no haya momentos en los que extraño el contacto, pero tampoco ha sido un algo muy difícil para mí. No me he sentido particularmente incómoda al quedarme en casa. Veo las historias en Instagram de reuniones y me cuestiono: ¿Por qué lo hacen? ¿No tienen miedo?

Hace un par de semanas, de hecho, al ver el cada vez mayor movimiento en la casa y en el país en general, sí me comencé a cuestionar todo. ¿Será que estoy llevando las medidas al extremo? Y no sabría decirlo con exactitud, pero algo me dice que sí. No puedo paralizar todo por tanto tiempo, no puedo alejar a todxs para siempre, es solo cuestión de ser más cuidadosa.

Creo que los nervios antes de la piñata también venían de ahí. Obvio, en combinación con la emoción de verlxs y la esperanza de que todo entre nosotrxs estuviera bien, que pudiéramos seguir adelante y disfrutar a pesar de los tropiezos. Pero bueno, el momento llegó y otra vez me dije: “es solo cuestión de ser más cuidadosa” y así lo hice. Fue una muy buena decisión. No puedo expresar en palabras la sensación tan bonita que tuve al escucharlos cerca cuando nos poníamos al día, cuando nos preguntábamos sobre la vida de la otra persona. Y no es que no se pudiera hablar por otros medios, sin embargo, la cercanía, las expresiones, simplemente, el estar fue todo para mí.

No sé cómo continúen las cosas de aquí en adelante, habrá que ver cómo avanza todo, pero al menos por hoy me queda la certeza de que estamos bien, estamos muy bien.

Les mando un abrazo a la distancia y sepan que las admiro mucho,

Dani

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